Adentrémonos en Francia y descubramos una ciudad con encanto para los amantes de lo que yo llamo "relax urbano". Una ciudad con un ambiente estudiantil vibrante y un clima que invita a dar un agradable paseo en verano.
Si echamos la vista al noreste de L'Hexagone, encontramos la ciudad de Nancy cuyo origen etimológico se cree que proviene del celta "nant" que significa valle y del galo "cy" que significa bosque. Sí, en algunos rincones se respira cierto aire germano, ya que la ciudad perteneció al Primer Reich hasta su posterior anexión al Reino de Francia en 1766.
Esta villa de 105.382 habitantes situada en la Región de Lorena está localizada a tan sólo 1.30h de París en TGV.
Y, admítanlo, a muchos nos cuesta situarla en el mapa y a muchos se nos ha pasado por la cabeza que Agustín Juan Aleixander (Tino), creador de las muñecas Nancy de Famosa en 1968, cogió el nombre de la ciudad de Nancy para sus muñecas. No, las fuentes más cercanas a este escultor de muñecas alicantino dicen que el nombre de la muñeca se debió a que en 1967 Franck Sinatra interpretaba una canción con su hija Nancy.
La vida "nancéienne" transcurre sin prisa pero sin pausa entorno a la Place Stanislas. Esta plaza es considerada una de las plazas más bellas del mundo. Además, junto con la Place de la Carrière y d'Alliance están catalogadas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Estos espacios urbanos axiales conforman el sistema de plazas que Stanislas Leszczynski y su arquitecto real, Emmanuel Héré, diseñaron para unir la ciudad medieval con la ciudad moderna de Nancy.
En el centro neurálgico de Nancy podremos disfrutar cada noche de verano de un espectáculo de Son et Lumière "Rendez-vous Place Stanislas" mientras tomamos un refresco en una "brasserie". Para este evento se proyectan imágenes y música de artistas como Bach, Maria Callas,...sobre los principales edificios de la plaza: Ayuntamiento, Hotel de la Reina, Opera Nacional de Lorena y Museo de Bellas Artes.
Si nos adentramos en las callejuelas de la Ciudad Vieja desde el Arco del Triunfo de Héré encontraremos un entramado de calles como la rue des Maréchaux con numerosas terrazas donde pararse a tomar una "quiche lorraine"
o simplemente pasear por la Grande-rue y visitar las dos puertas de entrada a la ciudad: La "Porte de la Craffe" edificada en el s.XIV y la posterior puerta renacentista de "la Citadelle".
Entre tanta densidad de estilos arquitectónicos, sólo hay uno que destaca por su autenticidad y extravagancia. Y es que en 1871, a través del Tratado de Frankfurt, Francia cedió Alsacia y Norte de Lorena al Imperio Alemán. Esto provocó una oleada masiva de artistas alsacianos a Nancy, entonces ciudad fronteriza.
A este nuevo grupo de artistas se le conoció con el nombre de l'École de Nancy: un movimiento artístico que detonó el comienzo del estilo Art Nouveau que se puede apreciar por toda la ciudad y visitar más de cerca en el Musée de l'École de Nancy.
Así pues, una parada recomendada para contemplar la expresión de este estilo que te hará sentir la esencia del Nancy de la "Belle Époque" es la legendaria Brasserie Excelsior proyectada por Lucien Weissenburger y Alexandre Mienville. Un lugar agradable para tomar un café mientras esperas el tren casi frente la estación.
Después del recorrido, siempre está bien pasar por lugares como la Maison des Soeurs Macarons de la rue Gambetta para saborear una de las recetas barrocas de la región con unos "macarons de Nancy" e ir a comérselos al Parc de la Pépinière al lado de una estatua de Rodin.
Este parque fue el jardín real que Stanislas fundó en 1765 para proporcionar un pulmón verde a la ciudad.
No es de esperar que todo en Nancy recuerde a Stanislas: Stanbus, vélostan, etc....Éste fue un benefactor para la ciudad de Nancy, ciudad que no volvió a experimentar un crecimiento de ese calibre hasta 1954, una vez finalizadas las dos guerras mundiales.
Tras ese último renacer demográfico se muestra lo que hoy vemos como ensanches adheridos a la ciudad de Nancy, una amalgama urbana que se conoce como "Grand Nancy". Un claro ejemplo sería lo que se observa cuando miramos a lo alto del norte de la ciudad: el Quartier Haut-du-Lièvre, proyectado por el arquitecto Bernard Zehrfuss en 1957.
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