domingo, 10 de agosto de 2014

Aprendamos idiomas como niños.

OPINIÓN. No soy filólogo, no soy psicólogo, no he leído nada del cerebro desde que saqué mi sobresaliente en biología del instituto. Aunque, no creo que me haga falta para darme cuenta de lo que se observa a simple vista a nuestro alrededor.

Está de moda aprender alemán, chino, ruso, e incluso árabe. Muchos creen que encontrarán un futuro mejor si se apuntan de forma incontrolada a esas academias de idiomas que aparecen y desaparecen al más puro estilo "Doppleriano". También, los hay de los que sufren la llamada "titulitis" y piensan que sólo pueden hablar un idioma con la posesión de un título que lo acredite. Y otros, optan por marcharse al país donde se habla la lengua que quieren aprender o mejorar. Son sólo unos pocos ejemplos.

Es muy notable el éxodo inmigratorio actual que experimentan jóvenes y no tan jóvenes de países de la Europa del Este, y el sur del viejo continente. Esto está provocando una necesidad de aprendizaje de idiomas por parte de todos aquellos que no saben la lengua del país de destino. A veces, esta aventura lleva al fracaso. Bien porque estén realizando un aprendizaje forzado y sin motivación, bien porque piensen que van a ser entendidos porque saben un idioma que es más importante que el idioma del país de destino. Por cierto, ¿acaso hay un idioma más importante que otro? 

Hagan la prueba, vayan a Bulgaria con un idioma que consideren más importante que el búlgaro para intentar comunicarse con los lugareños. Con toda seguridad no llegue a producirse la comunicación porque el mensaje que quiere transmitir no está en búlgaro, lengua más importante de este país de los Balcanes. Por consecuente, afirmemos lo siguiente: existe la lengua más importante, sólo hay que saber dónde es importante.

Empecemos por reflexionar cuál es la finalidad de un idioma. Pues, para establecer comunicación entre dos o más personas es necesario un mensaje, entre otras cosas. Centrémonos en el mensaje, ¿entiendes lo que estás leyendo ahora mismo? Supuestamente seas nativo/a hispanohablante o tienes un español fluido. ¿Tienes algún título de español? ¿Cuál es el idioma que mejor hablas? No soy David Copperfield. Pero, si me lo permiten, me atrevería a responder que el idioma que mejor hablan sea el español y, a excepción de algún/a filólogo/a, no tengan ningún título relacionado con esta lengua.

¡Eureka!

El principio de acción y reacción humano en el aprendizaje. Este principio va a ser la tónica a lo largo de los pentagramas. Sumergirse en la cultura y en la sociedad del país es un elemento clave para iniciar el aprendizaje de un idioma. Imagino que habrán tenido experiencias con el número de besos que tenían que dar, apretones de mano, y algunos gestos con la cabeza que le han jugado malas pasadas. Sin embargo, gracias a su intuición, han sabido pasar a la acción y reaccionar a tiempo en futuras ocasiones. A esto yo lo llamo "aprendizaje bajo experiencia". Desde mi punto de vista, considero que es el más potente para introducir conocimientos y el que mejor los adhiere a la memoria.

Los diccionarios y libros de gramática pueden llegar a ser tanto amigos como enemigos. Estos libros y/o plataformas online nos tientan muchas veces a buscar más información de la que realmente necesitamos en ese momento, bien por curiosidad o bien por avaricia. Si no somos exactos en leer tan sólo lo que buscamos y comenzamos a leer arriba o abajo una información que no tiene nada que ver con lo que buscamos, probablemente acabemos por no acordarnos ni de lo que realmente estábamos buscando. Sí, se puede producir un "embotellamiento de palabras y conceptos" en la puerta de entrada a la memoria. La mayoría de veces, esa ruptura de flujo de información a la memoria se produce sin darnos cuenta, incluso cuando la concentración es óptima.

A este fenómeno lo llamo "muerte del camaleón". Y es que, la memoria humana es camaleónica y sólo tiene una puerta de entrada. Esta puerta de entrada se mantiene abierta con la concentración, y se ensancha o se estrecha dependiendo del tipo de flujo de información que pase por ella. No querramos hacer pasar manzanas por un orificio adaptado en ese instante para cerezas porque entonces no pasarán ni las cerezas ni las manzanas. Además, las manzanas producirán un atasco de palabras y conceptos como el que hablábamos en el párrafo anterior. ¿Para qué quiero saber cómo se dice hierro forjado si en este momento estoy buscando como se dice fresa para acabar de traducir la receta de mi pastel?

Me gustaría que cerrasen los ojos y se imaginasen a un niño de dos años con un libro de gramática para intentar aprender la lengua materna sin ni siquiera saber hablarla, ¡sería como empezar una casa por el tejado!. 
Primeramente, los niños aprenden a hablar asimilando siempre lo que ocurre en el entorno que les rodea. Es decir, en cierto modo, estos aplican el principio de accion-reacción humano. Después, se forman en los centros educativos para aprender a leer y a escribir. Por último, se les enseña una gramática para unificar criterios de lenguaje y una estilística que les ayude, dependiendo del contexto, a poner en práctica de manera adecuada todo lo aprendido. He aquí la guinda del pastel.

Por suerte, usted ya sabe leer, imagino que tendrá mejor letra que yo, sabe hablar y escuchar. Así pues, sólo le queda empaparse de la cultura y rodearse de la sociedad del país del idioma que necesite aprender, empezar a escuchar a esa sociedad, perder el miedo a hablar asociando lo que escucha con lo que sucede a su alrededor, leer para escribir de manera correcta y prestar atención al estilo con el que tiene que poner todo esto en práctica.

Vamos, ¡esto es cosa de niños!







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